Un buen contrato de alquiler
Hace tiempo la palabra dada y un apretón de manos significaba tanto como una escritura pública.
Lamentablemente, esos tiempos quedaron atrás, y pocas veces podemos encontrar honradez e integridad en un negocio sin que exista un contrato de por medio, porque esto es lo que es un alquiler, un negocio, una persona cede el uso y disfrute de un bien inmueble a cambio de una renta mensual.
Si tenemos en cuenta el coste de comprar una vivienda, es lógico que los dueños quieran y deban cubrirse las espaldas por si algo «sale mal», y ese algo, por lo general es el impago de las mensualidades de la renta.
Por tanto, es imprescindible contar con un buen asesoramiento legal antes de alquilar su vivienda, más si cabe, cuando esta rama del derecho es objeto de cambios constantes según qué partido se encuentre en el poder.
Un buen contrato, quita muchos dolores de cabeza, tanto a arrendadores como a arrendatarios y es la clave para un hipotético procedimiento de desahucio.
Un buen inquilino
Elegir un buen inquilino es fundamental, junto con tener un buen contrato, son las dos piezas claves para alquilar una vivienda.
Existen muchas razones por las que las personas alquilan pisos, algunos porque no pueden comprarse su propia vivienda, otros porque lo prefieren así, etc…
Además, los inquilinos pueden ser muy variopintos, familias con hijos, autónomos, funcionarios, estudiantes…
Detrás de cada persona hay una vida y un buen casero debe recabar cuánta más información pueda sobre su inquilino. También lo hacen las empresas antes de contratar a un empleado.
Fallar en este punto puede suponer un problema importante para el casero..
Inquilinos satisfechos
Un arrendatario que se encuentra a gusto en un piso, está contento, y, por tanto, será complicado que se marche, salvo que sus circunstancias personales/profesionales cambien de forma radical.
Para que esto ocurra es importante que la vivienda reuna las condiciones óptimas para su uso.
Pero no solo es importante este punto, sino también la relación casero-inquilino, pues pueden ocurrir contratiempos variopintos que tendrán fácil solución si existe una buena cordialidad entre las partes.
Un inquilino que un mes se retrasa en el pago del alquiler y que avisa al casero de este hecho, significa mucho para el propietario del piso, le da confianza.
Un casero que acude a la vivienda porque se ha roto la lavadora y de inmediato pone una nueva, significa mucho para el arrendatario.
Son pequeños detalles que hacen que la relación fluya de manera natural.
Conoce a tu inquilino personalmente antes de firmar
Es muy importante saber quién va a vivir en nuestra propiedad, y es mejor saberlo con anterioridad a la firma del contrato de alquiler.
Igual que el inquilino echa un vistazo a la vivienda y decide que le gusta, el casero debe hacer lo mismo con el arrendatario.
Debe darte una buena impresión, ser o parecer (pues siempre podemos equivocarnos) una persona normal.
Es muy arriesgado meter a un inquilino sin haber tenido una reunión con él antes de firmar el contrato.
Esto sucede muy a menudo con los inquilinos que traen las inmobiliarias.
El mejor precio
Si el precio medio del alquiler en tu zona se encuentra en 700 € (por poner un ejemplo) y tu vivienda tiene más o menos las mismas caraterísticas que la competencia, no tiene sentido alguno que queramos cobrar 850 € por alquilarla.
Para subir el precio de esa manera, el piso ha de tener «algo» que destaque por encima de los demás.
Si no es el caso, y hay alguien que la alquila y paga 850 € por ella, más pronto que tarde le rondará por la cabeza el pensamiento de que cada mes está «tirando» 150 €.
Del mismo modo una vivienda fuera de precio tardará más en alquilarse que otra que está en precio. Cada mes que pase sin alquilarse es dinero perdido para el inquilino.
Por tanto, lo mejor es poner un precio justo para todos.
Legalidad
Redactar un contrato que vaya en contra de la legalidad vigente no tiene ningún sentido.
Si hay conflicto y por tanto se llega a juicio, el Juez eliminará la cláusulas ilegales y muy probablemente dará la razón al inquilino.
Hay que se muy escrupuluso en el respeto a la legalidad vienge y a la Ley de Arrendamientos Urbanos, para no tener ningún problema en caso de acudir a los Tribunales de Justicia.
Una vivienda ideal
Al entrar a vivir cualquier persona en una vivienda, lo primero que hace es revisar que todo funciona, que esté limpio, en condiciones de habitabilidad.
No es necesario entregar un piso recien pintado, pero no es recomendable entregar un piso con las paredes desconchadas y con suciedad del antigüo inquilino; es empezar mal.
El piso debe estar en condiciones para su uso, las ventanas deben cerrar, las persianas bajar y subir, la calefacción debe funcionar, las puertas deben cerrar… cosas obvias que no siempre ocurren en los alquileres y suponen que la relación casero-inquilino no fluya como debiera.
Las garantías del arrendatario
El inquilino debe entregar un mes de fianza al arrendador al firmar el contrato y esa fianza no puede utilizarse como pago de ninguna mensualidad.
No obstante, existen varias alternativas para gozar de una mayor seguridad ante posibles contratiempos.
Existen diversos seguros que pueden cubrir eventualidades con los inquilinos.
No descuidar el piso
El uso de las cosas hacen que, con el tiempo haya que repararlas o cambiarlas y eso, es tarea del casero.
Si existe dejadez o desidia en este aspecto, habrá problemas y el inquilino se irá de la vivienda.
Hay que tener la vivienda en condiciones óptimas para su uso.
Se proactivo
Si tienes un inquilino desde hace años, no esperes a que te llame para solucionarle algún problema, adelántate, llámale y pregúntale si todo está bien, si necesita algo, si todo funciona.